sábado, 16 de octubre de 2010

El dilema del criterio ejecutivo

Tras haberse impuesto un modelo primertronista en los últimos ejercicios, nos encontramos con un renacer del sistema asambleario. No tengo opinión del sistema que nos conviene; por simpatía soy partidario de discutir y poner a todo el mundo en la tesitura de opinar, de reconocer las opiniones mayoritarias. Pero todo ese esfuerzo reconozco que es muy ineficaz. El primertronismo es menos cansado, más eficiente y reduce sensiblemente las obligaciones, excepto para el pringao del Primer Tro.
Tampoco me dicen mucho los sistemas mixtos, donde muchos hablan y pocos deciden, o el contrario, donde nadie habla y las decisiones las toma todo el mundo.
El modelo asambleario al final resulta muy estricto, porque manda la ley, y con ella no se puede hablar y decirle que no tiene razón, que está completamente equivocada y que es idiota.
Al Primer Tro le puedes hablar, decirle que no tiene razón y que es idiota. Pero todo eso resulta muy desagradable.
Nada es perfecto, nada puede ser perfecto. La aspiración es el equilibrio.
A final los detestables métodos de la política, del chalaneo, del compromiso condicional, son los únicos eficaces, lamentablemente. Pero es bueno estar contra ellos, que se metan la eficacia por donde les quepa.

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