Crisis y Filà Templaris

Todo ascenso culmina en un descenso.
Hyman P. Minsky escribió en 1974, "el sistema financiero oscila entre la robustez y la fragilidad, y esa oscilación es parte integrante del proceso que genera los ciclos económicos."
“Los errores de inversión masivos se acumulan en la fase alcista del ciclo, explotando con la burbuja y destruyendo el valor,” explicaba Bohm Bawerk hace más de un siglo.
Estábamos advertidos.
Pero esta gente explica como se comportan los terremotos, no cuando se desencadenan, ni cuantos muertos van a provocar.
A lo máximo que puede aspirar la ciencia es a poner algunas pautas de construcción, algún remedio de salvamento. Todo ello, más o menos, no pasa de ser una resignación laica.
Tenemos puesta la fe en una ciencia que resulta ser una birria, que está en mantillas.
Y no se puede decir que no hay nada mejor porque sí lo hay. No son el progreso ni la prosperidad el camino del éxito, pues a parte de estar sujeto a ciclos y crisis, no se encaminan hacia la verdadero objetivo: la felicidad.
Y es aquí entonces cuando debemos separar el desastre económico de nuestras pretensiones de triunfar este año en la Filà. Sólo nuestra vanidad se verá afectada por la crisis, y la vanidad no es un elemento que sume puntos a la felicidad.
Pero alguien preguntará: ¿y quién paga?. Vale, tendremos un boato más discreto, trataremos de ajustarnos a la crisis. Pero seguirá siendo demasiado. ¡Sin un duro te metes la felicidad donde te quepa!.
Es cierto, hay unos mínimos bajos cuales la primera preocupación no es precisamente la alegría.
Sin embargo la alegría es gratis, “es el dinero contante y sonante de la felicidad”, decía Schopenhauer.

(Estaba tratando de escribir un texto para el Llibret de la Capitanía y me ha salido ‘esto’. Como para allí no le veo acomodo, lo suelto aquí que es un sitio más sufrido).